HISTORIA

La ceremonia del té japonesa encuentra sus inicios en la exportación del té desde China, en donde
hasta el siglo VII sus funciones eran meramente estéticas, y más tarde pasó a ser considerado una
bebida elegante para la gente de clases sociales elevadas.

A partir de entonces, el té pasó a formar parte de las bebidas reconocidas no solo entre la nobleza
china sino también entre la japonesa. La popularidad del té como bebida en Japón se expandió durante
el siglo XIII cuando el libro Kissa Youjouki, que exaltaba la vida sana que acompaña el beber té y
describía diferentes formas de beberlo, fue a parar a las manos del emperador.

La ceremonia del té japonesa no hizo su aparición hasta que no lo hizo el té matcha, té verde en polvo
reconocido mundialmente como una bebida de origen japonés. Esto ocurrió durante los siglos XIV y XV.

En un ambiente más de a pie, también durante la misma época, se popularizó en Japón un juego
conocido como Tocha, que consistía en servir diferentes tipos de té y que la gente lo bebiese y
adivinase de cuál se trataba. Al contrario que la ceremonia del té, se trata de una actividad que ya no
se realiza.
Los encuentros para beber té eran a menudo realizados por samuráis y fueron durante una época
prohibidos por el fundador de la dinastía Ashikaga, para evitar que estas reuniones se realizasen y
planearan rebeliones.

Las primeras muestras de la ceremonia del té no eran, sin embargo, realizadas por expertos en el
terreno o mujeres como es común en la actualidad, sino entre los monjes de los monasterios budistas
zen, ya que la búsqueda de la perfección representada en la ceremonia era un reflejo de la búsqueda
de la paz interior. Este primer significado se puede relacionar más adelante en la cronología con que la
ceremonia del té es el “Arte de la Vida japonés” , que busca reflejar la belleza en su estado más puro
y auténtico.












Según cuentan los escritos, el primer monje que llevó el budismo de Japón a la China también trajo con
él la primera planta de té.

A pesar de ser una práctica originaria en los monasterios zen, incluye muchas características asociables
al sintoísmo como su simplicidad, su pureza y la limpieza con la que es realizada. Los primeros en
compartir la experiencia de los monjes en cuanto a la ceremonia del té en Japón no fueron los nobles,
como cabría pensar, sino los militares.

A lo largo de la historia el té fue usado, tanto en tiempos de paz como en tiempos de guerra, como el
encargado de suscitar encuentros entre militares y samuráis que podrían desencadenar en tratados de
paz.


Durante el siglo XV surgió el estilo wabi-cha, fácilmente reconocible en la ceremonia del té de hoy en
día, cuyo padre es el maestro Murata Shuko. El nombre de este estilo hace referencia a la simplicidad
con la que debe ser realizada la ceremonia del té. Se considera el ideal estético de lo que debería ser
una ceremonia del té, caracterizándose por la humildad, la simplicidad, la naturalidad, la profundidad,
la imperfección y la simetría, haciendo hincapié en adornos, herramientas y espacios simples que se
relacionan con la cultura y el imaginario japonés. Otros maestros importantes a tener en cuenta si se
habla de la expansión de la ceremonia y de su teorización como se conoce hoy en día son Take no Joo y
Sen no Rikyu.


La ceremonia del té fue vinculada desde entonces con conceptos de belleza, armonía y realización que
la sociedad japonesa solía asociar a otras cosas, como por ejemplo, la poesía.

Eso también marcó definitivamente el inicio de una etapa en la que el interés general por la ceremonia
del té se expandió dejando atrás los monasterios y llegando al sistema de sucesión de maestros y
aprendices tradicional que se ha conservado hasta hoy en día.


A medida que la popularidad de la ceremonia del té fue creciendo empezaron a construirse en Japón
espacios dedicados expresamente a dichas ceremonias, que pese a estar rodeados de jardines de gran
belleza aún pretendían mantener el estilo austero y humilde con el que se caracterizaba la ceremonia.

Los maestros memorizaban y transmitían los aspectos técnicos y sociales de la ceremonia a sus
discípulos para que lograsen comprenderla en su totalidad. Más adelante en el tiempo, la ceremonia
fue codificada y puesta por escrito, y estos documentos estaban en potestad del maestro de más alto
cargo en las casas de té.


El papel de la mujer en la ceremonia del té fue más bien reducido (Mori, 1991 “The Tea Ceremony: A
Transformed Japanese Ritual”) 
durante gran parte de su práctica, ya que si bien mujeres de buenas
familias podían acceder a ello gracias a su posición social, ya fuese de forma directa o ayudando en las
ceremonias de sus familiares masculinos, la práctica y enseñanza entre mujeres se mantuvo en el
ámbito privado hasta el siglo XIX, cuando pasó a ser considerado uno de los artes que las mujeres
debían aprender para prepararse para el matrimonio, como el arreglo floral y la caligrafía.


Durante la forzada revolución cultural que sufrió Japón en la época Meiji, abriendo sus puertas a un
sistema occidental para evitar así ser blanco de una invasión como lo eran otros países vecinos y del
oriente medio, la ceremonia del té fue usada como una forma de mantener vivos los valores de la
cultura japonesa y expandir los valores de lealtad y servidumbre ante el emperador.


Más información en:

http://www.zenmatchatea.net/matcha/the-history-of-matcha-tea
http://www.japanese-tea-ceremony.net/history.html